Alegoría de ABRIL: El Triunfo de Venus. Francesco del Cossa (1476). Palazzo Schifanoia, Ferrara (Italia). Fuente: pt.wahooart.com
ABRIL (ing. April, fr. avril, al. April, port. abril, gr. Απρίλης, estremeñu abril, vasc. apirila). Cuarto
mes del año, con 30 días. Del lat. Aprilis, nombre que ya tenía este
mes en la antigua Roma y cuya etimología se ha hecho tradicionalmente proceder
de un adjetivo *ap(e)rilis derivado de aperire
“abrir”, tal vez por ser abril cuando se abre el año al buen tiempo, después de
acabado el duro invierno con marzo; o quizá por ser abril cuando se van abriendo
los días, alargando sus tardes y acortando sus noches; o quién sabe si porque en abril la primavera rompe a abrir la vegetación de la tierra con las nuevas hojas y flores, como nos sugiere el poeta Ovidio; se trata, en todo caso, de
una explicación etimológica que no resulta definitivamente concluyente. Menos
probable parece que tenga que ver con el también latino aper, gen. apri “jabalí”… [Más sobre ABRIL]
Abril es el primer mes plenamente primaveral y
como tal supone la consagración de la primavera: Abril concluido, invierno ido;
pero por nuestras latitudes abril dista mucho de ser un mes precisamente
estable en cuanto a la meteorología: Abril ruín, si no es al principio es al fin;
es proverbial su fama de mes lluvioso, puesto que de proverbios estamos
tratando: Abril, aguas mil // Abril, para ser abril, ha de tener aguas mil
// [port.] A água que no Verão há-de regar, em Abril há-de ficar // San
Marcos llena los charcos [La festividad de San Marcos Evangelista se
celebra el 25 de abril] // Cuando truena en abril, el labrador es feliz;
pero tampoco son extraños por nuestros lares los años de sequía y, en ellos,
esos meses de abril en que no cae una triste gota de agua: Las aguas de abril caben en un
barril, y que ven agostarse
prematuramente el verdor invernal de los prados con el progresivo aumento de
las horas de insolación y de las temperaturas: En febrero busca la sombra el
perro; en marzo, el perro y el amo; en abril, el perro, el amo y el barril.
Con todo, nunca hay que olvidar que estamos sólo en el inicio de la estación
primaveral, por lo cual no son tampoco raras las nieves en las cumbres, ni las
heladas en los campos, heladas que a estas alturas del año son especialmente
perniciosas: A helada de abril, hambre ha de seguir, de modo que en abril
tenemos aún muchos días y –sobre todo-
noches en que el frío invita al abrigo y al recogimiento al amor del hogar: En
abril quemó la vieja el celemín, en mayo quemó el escaño, y en junio… porque no
lo tuvo.
Este
año de 2016 el mes de abril nos está presentando –afortunadamente, hemos de
decir por aquí- su cara más lluviosa, esas aguas
mil que benditas sean ellas para nuestros pastos, nuestras cosechas y
nuestros baños veraniegos.
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