NOVIEMBRE (ing. November, fr. novembre,
al. November, port. novembro, gr. Νοέμβριος / Νοέμβρης, estremeñu noviembri, vasc. azaroa),
Mes undécimo (y no noveno, a pesar de
su nombre) del año, con una duración de 30 días.
Alegoría del mes de noviembre con el triunfo de Diana, anónimo siglo XVI. Museo del Prado. Fuente: www.museodelprado.es |
Procede
del lat. November, derivado a su vez del numeral cardinal novem
“nueve” por ser novēnus mes del año en el antiguo calendario romano, ese que se
iniciaba en marzo hasta que la reforma republicana romana de 153 a.C. hizo
comenzar el año en las Kalendae Ianuariae
“las Calendas de Enero” (1 de enero). Desde entonces, noviembre pasó de noveno
a undécimo, aunque conservó su
antiguo nombre como le sucedió también a septiembre, octubre (ver entradas
homónimas en este mismo blog) y
diciembre.
Constelación de Escorpio “el escorpión”, cuya estrella más brillante es Antares. Fuente: es. wikipedia.org |
Noviembre,
dichoso mes, que entra por To’los Santos y sale por San Andrés. Noviembre es el mes central del otoño,
como febrero lo es del invierno, mayo de la primavera o agosto del verano. Sus
tres primeras semanas pertenecen al signo zodiacal de Escorpio “el escorpión”,
y su última al de Sagitario “el flechador”. Las festividades populares de
noviembre arrancan con el Samhain (“fin del verano”), inicio
de la estación oscura y del año nuevo
en la cultura celta (que nos ha
llegado transfigurada en Halloween; ver entrada de octubre en este mismo blog); como el cristianismo triunfante
en religión oficial del Imperio -y de
los reyes bárbaros que le sucedieron- no pudiera erradicar creencia tan
arraigada, optó por asimilarla y desde entonces el 1 y el 2 de noviembre se
conmemora en el calendario cristiano, respectivamente, a Todos los Santos y a los Fieles
Difuntos; celebraciones que alcanzan tal vez su más vistoso exponente en
México, donde una risueña y colorida Muerte
parece formar parte inseparable de la cotidianidad:
Conmemoración del Día de los Muertos en México. Fuente: www.ejecentral.com.mx |
Son estos primeros días de noviembre, por estas nuestras tierras occidentales, los días de los magostus, magustos, calbochás, carbocheras, chaquetías, chiquitías… La cosecha de castañas se asa en la lumbre en ritual
propiciatorio a la memoria de los que se fueron y a la salud de los vivos. Se
prueba el vino nuevo, el de la última cosecha, o se mistura el mosto con
aguardiente: gloria, jeropiga, mistela, para mitigar la sequedad del seco fruto.
Es
noviembre el mes en que el tiempo muda en nuestras tierras de cálido a fresco,
o directamente de caluroso a frío, que por estas Extremaduras no conocemos los
términos medios. Es casi tradición encender las primeras lumbres con Los Santos: A primeros de noviembre, tu fuego
enciende; en efecto, la bajada de las temperaturas –especialmente las
nocturnas- y las pocas horas de luz diurna invitan al recogimiento en el hogar.
Aunque hacia el ecuador del otoño,
alrededor de la festividad de San Martín [de
Tours] (el día 11), solemos asistir a un efímero episodio de tiempo primaveral
que se conoce con el nombre de Veranillo
de San Martín o Veranillo del
Membrillo: El veranín, por San Martín ha de venir. Pasado el cual, el
tiempo invernal se instala definitivamente por nuestras latitudes: Noviembre
acabado, invierno empezado. El mes se cierra precisamente con otro
santo popular, San Andrés, el día 30,
en cuyo honor se celebran fiestas tradicionales con ferias y mercados en que la
población rural suele hacer acopio de aperos y provisiones para mejor pasar el
invierno.
Cartel anunciador del Mercado Tradicional de San Andrés en Pinofranqueado (Las Hurdes). Fuente: planvex.es |
La
dehesa se llena de vida con la montanera
del cerdo ibérico, y el trompeteo de
las grullas que vienen huyendo del frío escandinavo y que acompañan y alegran
nuestro diario peregrinar a este santo
Instituto.
Gracias, Carlos. Me encanta
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