Quizás la máxima que traemos hoy a esta sección de los lunes no tendría tanto valor en boca de otro personaje. Pero hablamos de alguien que se curtió en el duro oficio de las armas y en el ejercicio de la política desde la más alta magistratura del Estado. Durante su mandato, el Imperio alcanzaría una de sus cimas sociales, culturales y económicas, por más que su muerte clausuró la prospera época conocida como Pax Romana. Nos referimos, claro, al más estoico de los emperadores, Marco Aurelio (121 a 180 d. C.). Entre sus famosas Meditaciones figura esta:
La dulzura, cuando es sincera, es una fuerza invencible.
La dulzura, cuando es sincera, es una fuerza invencible.
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